Pamplona cuenta con una importante tradición de Centros Sociales autogestionados y ocupados que históricamente, y bajo la denominación de Gaztetxes, han tenido la vocación de ser espacios juveniles de politización. Desde Aranzadi, por tanto, se ha reconocido la importancia de estos espacios y se ha trabajado por establecer relaciones fluidas con los distintos centros sociales. En este sentido, se han desarrollado dos tipos de procesos distintos.

Por una parte, la cooperación con los dos centros sociales ocupados existentes de la ciudad, que han enfrentado al gobierno locales y regionales a sus propias contradicciones, y donde se ha intentado asegurar su permanencia, y la continuidad y legitimidad a las prácticas auto-gestionadas.

Por otra, animados por esa tradición de espacios sociales en Pamplona y comarca, aparecen dos iniciativas nuevas que buscan cooperar con las instituciones conservando su autonomía en algún grado. El proceso de Plazara! parte de las asociaciones de vecinos del Casco Antiguo y otros agentes sociales de mirada metropolitana con una propuesta de creación de un espacio que fue asumida por el nuevo gobierno en 2015.

Esta propuesta ha sido acompañada por un proceso participativo muy intenso, impulsado por el área de participación, que comenzó en enero de 2017, donde se ha visibilizado la dificultad de establecer las fronteras de la autogestión y, la dificultad de sustraer espacios centrales en las ciudades a la lógica de comercialización.

El Espacio Comunitario Antzara se sitúa a las afueras de la ciudad, y parte de una reivindicación por parte de los y las jóvenes del barrio. Ante la ausencia de un reglamento que establezca un sistema de cesiones objetivo y abierto, se habilita un proceso participativo de corta duración que culmina con la construcción de un edificio nuevo gestionado, en la práctica, de manera similar a un gaztetxe.

Estos distintos procesos de participación muestran relaciones mediadas por dos factores clásicos: por una parte la capacidad de los movimientos sociales de presentar iniciativas autónomas y, por otra las dificultades de las instituciones de priorizar el uso social de los espacios frente a intereses especulativos.