Frente a la escasez de espacio verde y comunitario de Barcelona, las “Superilles” son supermanzanas formadas por la suma de distintos bloques y que configuran unidades urbanas de proximidad donde se pacifican las calles para recuperar espacio público para los peatones, el juego y el descanso, se limita el tráfico motorizado y se da prioridad a la movilidad sostenible y al espacio compartido, verde y seguro.

Esta recuperación del espacio público es imprescindible para mejorar la calidad de vida y salud de la ciudadanía, en particular la de los colectivos en mayor situación de vulnerabilidad como son la infancia o las personas mayores. Su objetivo es reducir la contaminación acústica y del aire, minimizar el efecto “isla de calor” y proporcionar un espacio público dedicado a los cuidados, lo que pasa necesariamente por repensar el diseño de las calles, limitando su uso como lugares de paso y estacionamiento de vehículos para hacer posible su reapropiación por parte de la ciudadanía como lugares de encuentro e interacción.

El programa de implantación de las supermanzanas en el conjunto de la ciudad es gradual y progresivo. Se construye de la mano de la ciudadanía tanto en su diseño como en la ejecución e implementación, en base a un debate que cuestiona qué usos debe acoger el espacio público, mejorando su habitabilidad, cómo se avanza hacia una movilidad más sostenible y cómo se obtienen espacios con más y mejor verde urbano para mejorar el confort, así como para promover la gestión comunitaria en su mantenimiento.

Las supermanzanas suponen un esfuerzo en el cambio de hábitos pero también una gran oportunidad: ganar espacio público permite reforzar los lazos del vecindario y poder repensar los servicios públicos desde la proximidad, facilitando entre otros la implantación del servicio de recogida de residuos puerta a puerta, dando mayor protagonismo al comercio local y reorganizando los equipos de atención domiciliaria para atender de forma cooperativa a los colectivos dependientes.